Breve historia de cómo el castrismo arruinó la vida sexual de los cubanos

Mujercitos Magazine
4 min readJul 1, 2021

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ArtCover por Claudia Patricia

Adriana Fonte

Según Wikipedia, una ideología es un conjunto normativo de emociones, ideas y creencias colectivas que son compatibles entre sí y están especialmente referidas a la conducta social humana. Las ideologías describen y postulan modos de actuar sobre la realidad colectiva. Basándonos en este concepto mediocre, podemos decir entonces que somos partícipes de una de las ideologías más polémicas de la historia: el castrismo.

Lo malo de las ideologías es que no las ves llegar: cuando están en formación son pura poesía, te emocionas y un buen día te descubres llorando ante un discurso de Fidel bajo la lluvia. Comienzan a pasar los años, y los cables comidos o por comer, y la ideología comienza a maltratar.

Una cruz en tu espalda comienza a encorvarte de forma imperceptible y cuando vienes a ver estás ante el espejo con cuarenta años, ceño fruncido y barriga cervecera, compartiendo habitación con tu hermana, viviendo de lo que te dan tus padres y sin cumplir ninguna de las “metas para el año nuevo”. El yuma que iba a sacarte de tus problemas nunca llegó. El castrismo nunca ha tenido buena demanda en los suburbios del libertinaje.

Muchas son las pautas que nos han legado las vacas sagradas y aunque esto no aspira a ser una tesis doctoral, haré un breve bosquejo sobre los más graves lineamientos que han arruinado la sexualidad del cubano de forma irrevocable.

Advierto: no lamento las molestias que este texto pueda ocasionar.

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La incoherencia: somos continuidad

El castrismo se presenta como una transformación radical de los esquemas antiguos. Revolucionario dice, y en la práctica somos tan tradicionalistas que asusta. Somos conservadores pero de una forma diferente, no necesitamos trajes largos y oscuros para cubrir las curvas ni estar casados para ir a la cama. Eso es lo peor: somos conservadores de puntinalgas y bajichupas. Cualquiera que nos ve piensa que sudamos saoco. ¡Ah!, pero a la hora de los mameyes no mires para el lado, no hagas topless, no pegues un tarrito. Ahí entra en trance novio, suegra, vecinos y hasta la madre de los tomates.

La desidia entró mar adentro y se nos metió en los huesos, la incoherencia venía en la misma balsa.

El machismo: cuando un pueblo viril llora

Los cubanos sin la machología no viven, se ha vuelto una ciencia imprescindible para la subsistencia. FC la puso en el programa de estudio: el pueblo debe ser enérgico y viril, las actitudes elvispreslianas y feminoides no las queremos, no las necesitamos. Ahí están los buenos aprendices con sus erecciones compulsivas que nos acostumbran al palito nocturno, en la posición nuestra de cada día, pretendiendo acercarte a la idea del orgasmo mientras procura embestidas abióticas, como un chipijama enquistado.

Luego viene el esperado “¿voy bien?” y tu respuesta usual “vas bien papi, vas bien”. Eso completa el binomio cuadrado perfecto: castrismo + macho al cuadrado, multiplicado por sí mismo en una eterna simbiosis sexual.

El maniqueísmo: dentro de la revolución todo, contra la revolución nada

“Estamos o no estamos, decídete de una buena vez”. Esa ráfaga te despierta un domingo sin sol, luego de haber pasado un lindo fin de semana de sexo y cosas. Pero el demo tiene obsolescencia, urge la necesidad de colocar una etiqueta. Todo o nada, eso cambia muchas cosas. Si dices que “NO ESTÁN” (entiéndase por ello la situación cercana al inicio de una relación formal) entonces la otra persona procurará demostrarte que por hacerte el vanvan puedes quedarte en esa, que lo que uno desecha otro lo acecha, y cualquier cantidad de eufemismos costumbristas. Supuestamente, bajo esta circunstancia deberías sentirte presionado y reaccionar. Muchas veces esa fórmula funciona.

También pudieras darle un SÍ y tener oficialmente una “relación”. Al mes estarán viviendo juntos, serán los grandes amores de cada uno, abrirán un perfil en Facebook compartido y pondrán una foto de ambos de wallpaper. Compartirán cuenta de ahorro en el banco para los quince de su futura hija que se llamará Lucía en nombre de la abuela fallecida. Se irán juntos para Miami y crearán un imperio de la nada.

Resultado: a los seis meses si te he visto no me acuerdo.

La Hipocresía: igualdad y libertad plenas

El papel de la monogamia en las parejas cubanas tiene un alto grado de proselitismo. Antes, por una infidelidad te expulsaban del Partido. Convocaban a una reunión para el viernes y todos se echaban la semana preguntándose quién sería el nuevo cabronzuelo develado en el núcleo.

Eso se trasladó hasta nuestros días. Ya no expulsan a nadie porque comprendieron, después de diezmar sus tropas a golpe de moralismos, que detrás del telón de familia tradicional hay una enorme posada donde aguardan, reprimidas, todas las fantasías sexuales de la isla.

Cada día nuestra familia nos recuerda que debemos encontrar una persona a la que le podamos ser infiel por treinta años consecutivos. A eso le llaman estabilidad.

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Pues aquí seguimos, llevando nuestro maletín a cuestas, viviendo del cáscarocastrismo que tiene la magia de torcerte de forma imperceptible. Pasarán los años y seguirás llorando con el discurso de Fidel bajo la lluvia, comiéndote el mismo cable y sobrellevando una vida de sexo marital, asintiendo cada vez solo por no caer en un debate falocéntrico e inflamatorio.

Renunciarás a tu lista de “metas para el año nuevo”, a tu yuma y a tu salud mental. Sentirás en cada abrazo de tus padres el paso de la frustración de generación en generación. En fin, la felicidad está a la vuelta de la esquina, solo debes abrir bien las piernas y respirar profundo. Es la única fórmula para entender de una vez que el castrismo sobrevive a la decrepitud, pero no a los orgasmos desideologizantes.

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