Cabezas de Mierda

Mujercitos Magazine
5 min readMar 18, 2021

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ArtCover por Claudia Patricia

Por Roman Gutiérrez Aragoneses

Gracias al ignorante y al incrédulo, este mundo, hace rato, es una montaña de basura.

Captain Pollution

El escarabajo estercolero es ese que traslada una bola de mierda a través del desierto hasta su guarida. Luego pone los huevos en esa bola. Las crías, una vez nacidas, devoran los nutrientes del excremento.

En el antiguo Egipto ese escarabajo, entre otras cosas, simbolizaba al humano encarnado, al que le tocaba vivir en este mundo regido por dioses. Parece que los humanos andan rodando por ahí con su bola de problemas a cuestas desde hace rato.

Los egipcios decían que un escarabajo gigante empujaba al sol a lo largo y ancho del firmamento hasta hundirse en el horizonte. Nunca hemos visto al escarabajo gigante, pero al sol sí. Y la gente dirá que el sol no es una bola de mierda, pero de que ambos son calientes y que atraen tremendo mosquero en el desierto, eso sí nadie puede discutirlo.

Un amigo me decía, refiriéndose al humano, que éramos “máquinas de hacer mierda”, y tiene razón. Es el único ritual que los humanos efectúan sin falta. Eso nos une. La cuestión es que todo el mundo va a sentarse a la taza. Los blancos, los negros, los chinos, el bueno, el malo y el feo. Everybody comienza o termina el día cagando. Y es que esa materia que viaja por tuberías hacia la fosa o el mar es la única ofrenda diaria que el hombre siempre da (sin fallos) al mundo a cambio de seguir vivo. Tiene sentido.

Al humano le encanta sentirse superior diciendo que se diferencia del animal porque piensa o es creador. Mi amigo diría: creador de mojones primero, de leyes, poesía o tecnología, después. Incluso, antes de estar apto para la reproducción, ya el humano ha cagado bastante como para hacer un camino de zurullos de la Tierra a la Luna ida y vuelta.

Les recomendaría que asumieran mejor qué significa ser humano para que no se hagan ideas infladas de sí mismos, porque luego vienen catástrofes en masas como esta pandemia inventada en nuestras narices. Sí, inventada. De tanto hacernos los sabihondos nos han engañado como a imbéciles. A estas alturas, la sugestión que han generado los medios acerca del virus es tanta que ya la gente no necesita mucho para sentirse contagiada a la mínima tosecita.

Les digo que todo eso es mentira, yo mismo me cogí de experimento para demostrarlo. El asuntico del virus es un negocio internacional. Su finalidad es inyectarte una porquería para acabar de dominar tu sistema nervioso y tu autonomía. Te convierten en un muñeco más idiota de lo que ya eras. Yo he estado en lugares aparentemente infectados. He conversado con gente supuestamente enferma, he tomado agua en el mismo vaso y he dormido en las mismas camas. He pasado cuatro meses seguidos de la pandemia tratando de contagiarme y nada. ¡Tremenda estafa!

¿Por qué la gente teme tanto? Lo que pasa es sencillo: la gente teme contagiarse, pero, además, si se contagian, temen también contagiar a sus familiares. Andan tensos. A mí eso no me importa. Yo no vivo con nadie. Lo que hay regado es un catarro nuevo, nomás que eso. El catarro cuando golpea, golpea a todos de diferente manera, por eso dicen que el virus se comporta de manera distinta en cada persona. Eso que hay por ahí no es letal, para nada. Si fuese tan mortal como te dicen los dirigentes y el televisor ya todo el mundo estuviese muerto, hasta ellos mismos. Un virus de esas dimensiones como lo pintan los medios ya hubiese acabado con todos. Créanme, no habría manera de pararlo. Y los poderosos no van a poner en riesgo a su gente tan fácil. Piénsenlo, ellos también tienen familia.

Tengo un socio que se asustó por una simple tosecita y al ir a chequearse le salió que tenía el virus. Lo trasladaron al centro de aislamiento. Allí le hicieron más pruebas y los resultados se contradecían. Como él, hubo cientos de personas en la misma situación, gente que se empezó a cuestionar a esas alturas acerca de la veracidad de lo que estaba pasando. Sospecharon de un timo general, pero ya era demasiado tarde. Para ese momento todos ya eran estadísticas inyectadas.

Los dirigentes buscan números solo para retenerte y continuar justificando el toque de queda y el nasobuco ahogador. Lo que te mata es tu propio miedo. El cerebro sugestionado es el propio enemigo, uno mismo se pone la soga al cuello por repetidor.

Como dice mi amigo: “somos máquinas de hacer mierda”. Pero yo diría más, diría que además de hacerla, la reproducimos en la cabeza y la proyectamos. La vida suele ser un basurero cuando ya no somos capaces de pensar por nosotros mismos. Y eso es lo que nos está pasando. Si además vivimos imitándonos entre nosotros, entonces esperemos que nos sigan engañando quienes poseen poder para hacerlo. Si el de al lado tuyo es timado, eventualmente a ti te engañarán también por reproducir las decisiones erradas del vecino. ¿Qué esperabas?

Bellos y entusiastas lectores: Pensar por sí mismos es importante para poder entender lo que nos rodea y para no andar de ingenuos por ahí. No tengan miedo a cuestionar las cosas que ven y oyen. Nadie los va a castigar, nadie se va a burlar. Los que casi siempre condenan estas actividades y se burlan son los que tienen por cerebro una gran bola de mierda o un pujante escarabajo estercolero.

No teman a esos que utilizan por estos días la palabra “intenso” para referirse y abochornar a los que sostienen un tema de conversación genuino por más de media hora. El miedo al qué dirán siempre ha sido un temor enquistado en el alma de los humanos que poseen una condición interior pobre e insensible. Si ya la humanidad yendo a hacer caca comparte algo en común, entonces traten de usar la cabeza autónomamente para otras cosas, sin imitarse tanto. No se asusten por ser legítimos, la poesía de la vida existe, crean en ella. De todas maneras, si les sirve de alivio, más temprano que tarde, terminaremos cagando.

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