Gritándole al televisor

Mujercitos Magazine
5 min readSep 10, 2021
ArtCover por Mambí Figures

Por Javier Peña

Miedo y Asco en Las Vegas es un libro. Raoul Duke es un alter ego del autor, Hunter S. Thompson. Levanten las manos quienes lo sabían. No los veo, y no me importa particularmente; si levantaste la mano eres estúpido, probablemente también saltaste para no ser yanqui. Thompson se reiría de ti, Duke te escupiría. Spider Jerusalem no, no hay razón por la que te diera su material genético voluntariamente. Yo te acabo de decir estúpido, hayas o no levantado la mano. Thompson era real, como yo (o eso pienso y ergo… loop cerrado). Duke y Jerusalem son ficticios, pero los tres escriben sobre la realidad. (yo no, yo escribo sobre comics, y ustedes leen y a veces levantan la mano.) Los tres son periodistas, nihilistas, agresivos, cínicos. Solo nos importa la verdad. Y saber por qué. Preguntarme cosas, preguntarte cosas, preguntarles cosas.

Yo nací en el 89. Thompson se suicidó en su máquina de escribir a los 67. Miedo y Asco se publicó en el 71. Transmetropolitan se acabó en el 2003. Míralo. Lo dibujo Darick Robertson. Es cyberpunk noventero, se te van ocurrir par de cosas de moda. No te hagas los espejuelos ni el tatuaje. Léelo. Warren Ellis lo escribió los cinco años. Es bueno. DC lo publicó originalmente a través del sello Helix, una de esas veces que los editores para ceder un poco de control creativo a los artistas que trabajan bajo ellos sin morirse de miedo en el proceso, le cambian el nombre y el logo en la esquina superior izquierda de la portada para que no ponga en riesgo la “marca” ni sus escritorios. Helix duró poco. Al año siguiente ya estaba publicándose en Vertigo, el sello cuya “brand” es publicar precisamente lo que no quieren en su “brand” principal. Es futurista; si es distópico o utópico depende de tu afiliación ideológica y las banderitas que eliges agitar. No hay muchas peleas, no hay superpoderes. El protagonista casi nunca usa capa y las drogas que abusa no lo hacen mejor soldado.

Jerusalem te odia. Odia la ciudad. Escribe. Sobre todo lo odioso y odiable de le ciudad. Que es casi todo. Jerusalem es un periodista, un profesional serio con una responsabilidad con la verdad. Su máquina de escribir es una pistola con un solo tiro para volarle la rodilla a lo que sea que la apunte. Esta es la cosa: la gente miente, todo el mundo tiene una agenda y quieren obtener provecho a tu costa y eso es normal; pero hay cretinos con poder que le joden la vida a los demás masivamente por codicia y maldad. Y por eso hay que apuntarles un poco más arriba de la rodilla. Y escribir. Contra todo. El policía que te pide el carnet por tu pelo, el CVP que no te quiere dejar pasar, la recepcionista del policlínico preguntándote qué tú tienes, el dictador nuevo, el profesor de educación física que quiere hacerte repetir el año, el seguridad de la discoteca que decidió que tú eres jinetera y que ahora la entrada es por pareja, el dictador viejo, el cretino que te manda a levantar la mano, el Ministro del Turismo, la familia del dictador. Todo. Contra todo el que use su ínfima otorgada autoridad para joder tu vida por entretenimiento o vicio. Porque en cuanto se aceptan temas intocables se termina solo repitiendo consignas e imágenes de archivo de la cosecha de la papa del año 2007. Y siendo como el Ché.

La Noticia no tiene que ser neutral. La noticia tiene que ser honesta. Si ignoras información que es cierta porque no le cabe a tu narrativa no eres periodista, eres agente de relaciones públicas. Si cambias de opinión pero mantienes el mismo discurso eres un cobarde y un vanidoso. Y si te crees lo que te dicen los cobardes, los vanidosos y los oportunistas sin cuestionarte nada solo porque sale en tu pantalla radioactiva favorita, eres estúpido.

Pero grandes porcientos de estúpidos saben leer y hasta ser viceministros (estos últimos ya no cambian después) y si les dices la verdad lo suficiente a lo mejor te la creen o la repiten y más gente se entera.

(Si algo de esto te gusta, repítelo. Suena medio profundo, medio comprometido. Queda súper bien.)

En vez de gritarle al televisor, al futbol, a la novela, al noticiero; les grito a ustedes. Como Raoul Duke a los camareros, como Thompson a los editores, como Jerusalem al Presidente. Durante los cuatro años enteros de su poder. O a los inventores de religiones y nuevos profetas del diezmo. O a la policía que apalea públicamente a los idiotas inofensivos que piden derechos y a los Gobiernos que bombardean excusas durante, y después ignoran y olvidan. Grítale a todo aquello que te da miedo, que te da asco. Grítate a ti mismo a cada rato por estúpido. Si te crees infalible es que eras incluso más estúpido. Grítate por eso. Y léete Transmetropolitan. Esta bueno y a lo mejor todo esto tiene un poco más sentido, y si no de todas formas es divertido. Es sobre un lunático violento rajando de todo y de todos mientras se porta cómo te encanaría hacerlo sobrio. Acido, beligerante, incisivo, creativo, talentoso. Tiene dos sucias asistentes y una gata sin nombre con dos caras. Es un cretino fabuloso. Como House, Sherlock, Johnny Depp y Benicio del Toro. Imbéciles egomaníacos obsesionados con las drogas y con encontrar la Verdad de todo. El tipo de personas que te divierte ver, pero odiarías conocer. La aspiración secreta de vida de muchos. El que todo hemos sido, por un rato, pero lleva mucho trabajo mantener todo el tiempo. Porque es difícil aceptar constantemente las consecuencias de ser así. De decirlo todo siempre. Es que es más fácil gritarle al noticiero que no responde. Gritarle al televisor. Yo también lo hago a cada rato. Todos lo hemos hecho en algún momento. ¿No? A ver, levanten la mano.

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