Los niños ricos de Nuevo Vedado (I)
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Por Claudia Patricia
Los niños ricos y los niños pobres solo tienen algo en común, padres negligentes. La diferencia es que los primeros tienen dinero para consolarse.
Nunca quise irme de Nuevo Vedado. Si mi madre me hubiera preguntado a los trece años si quería mudarme a Diez de Octubre, ¿sabes qué le hubiera respondido? No mija, si tú no quieres que te odie el resto de mi vida y que te eche la culpa de mi miserable existencia, mejor continuemos aquí. Eso es lo que le hubiera contestado, pero como no preguntó, ¿cómo carajo iba a saberlo?
Imagínate, quería vivir lejos de “Cuba”. Quería vivir apartada del criollismo post revolucionario, del trabajo voluntario, del Jefe de Sector, la brujería hedionda, del insulto por mentarte la madre y sobre todo, quería vivir lejos de aquella cosa de esperarnos a las 4 y 20. Quería estar sola demasiado tiempo y sentir cierto dolor raro al que solo los necesitados que viven en lugares de ricos están expuestos superficialmente. Pero los padres no preguntan, y así fue que por el camino estrecho de la más absoluta incomprensión llegué a Diez de Octubre.
Hay un mito que nunca pude confirmar porque al final me mudé y es que, en Nuevo Vedado, si eres un joven adolescente conoces la cocaína primero que la marihuana.
Estuve en “Cuba” seis años, después regresé a Nuevo Vedado, y para aquello me traje una estatuilla de yeso de San Lázaro. ¡Me jodí!
Es importante que nos ubiquemos en qué parte de Nuevo Vedado hablo. Sí, porque La Dionisia no la considero de Nuevo Vedado, como tampoco Puentes Grandes. ¡Al carajo la división político-administrativa! Nuevo Vedado es todo aquello que está entre el Zoológico de 26 hasta el Cementerio Chino, donde encuentras máximo seis casas por cuadra, probablemente con más de un ministro habitándolas. Por ejemplo, en aquella cuadra donde viví estaban Carlos Lage, Ricardo Cabrisas y un antiguo Fiscal de la República. Al cabo de los años vino Fernando Rojas.
¿Sabes qué tienes que hacer para ser como Gente de Zona? (¿Sabes?)
Es imposible (Seguro)
Porque simplemente…tienes que saber qué es la calle… (Claro)
Tienes que tener conocimiento de lo que es vivir en un barrio humilde…
Tienes que aprender a relacionarte con la gente…
Y tener presente, que nosotros mismos somos la gente.
(“El animal”, Gente de Zona)
Los hijos de Nuevo Vedado tenían de todo lo anterior menos el conocimiento de lo que es vivir en un barrio humilde. Verás. Tenían entre quince y veinte años. Los de quince iban a estudiar vela a la ESPA (Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético), alguno que otro se iba a la Marcelo Salado. La ESPA tenía realmente un gran afecto por los hijos de Nuevo Vedado. Vela, ping-pong, remo, patinaje, ajedrez para tres jugadores, putas, eran deportes muy populares entre los juveniles. Terminando el bachiller iban de cabeza a estudiar Cultura Física. De vez en cuando uno se nos revelaba y se convertía en Ingeniero Industrial.
Les robaban a sus padres los Ladas en las madrugadas. Se disparaban un Ballantine, esnifaban su mierda y manejaban rumbo al Cangrejo o a esas fiestas del “inicio del verano” en Varadero que comenzaban desde septiembre. Viajaban como caravanas con Wisin y Yandel a todo meter en las reproductoras. Aquellos Ladas eran fabulosos. Azules, rojos y verdes platinados, con ruedas de BMW, alerones, timón con cuero y tejido, extintor a un costado y pegatinas en el parabrisas trasero. Recuerdo una que decía: Es más triste andar a pie.
En aquel momento había en Cuba solamente tres Volkswagen Escarabajo. Dos, los tenían los hijos de Nuevo Vedado.
Cuando paraban en las gasolineras, algún que otro empleado les decía: Tienen una cara de no tener licencia de conducción. Oí a un chamaco responderles una vez: Y tú, tú tienes tremenda cara de tener un trabajo de mierda.
Lo otro, además del Cangrejo o el inicio del Verano, era la prominente curva de 26. La curva se hizo famosa por dos cosas. La primera fue que, durante diez años, hubo de siete a diez accidentes al mes. En medio de la clase de prende que tenían, a los hijos de Nuevo Vedado les daba por hacer competencias con sus Ladas. Y la segunda es que justo en la curva hay una casa muy chic y ultramoderna, con ventanas francesas, piscina en el centro de la residencia y una cerca perle que rodea toda la casa. Por cada accidente había que rehacer esa cerca. Me imagino que después de 8 años de fatalidad geográfica, los dueños de la modesta casa deben haber dicho: Está bueno ya, tírame ahí los yaquis de la Playita de 12.
Los padres se la pasaban viajando o reunidos en algún edificio por la Plaza de la Revolución. Había padres con cajas fuertes dentro de sus casas. ¡Cajas fuertes! ¡Manda pinga! ¡¿Cajas fuertes?! Algunos hijos de Nuevo Vedado se aparecían con cien pesos en las escuelas. Primero cogían cien pesos, después cincuenta y al final veinticinco, supongo que para no vaciarles las cajas de un tiro.
Hubo un tiempo que les dio por hacer fiestas. Solos en casa, llamaban a los amigotes y obligaban a las novias a traer amigas. ¡Eso era insoportable! Porque había novias que eran conscientes de que su mejor amiga era fea no, lo siguiente. Las hijas de Nuevo Vedado eran terribles, imagínate pensar eso de tu amiga.
Había una fórmula clara entre esas niñas feas, por ejemplo, se reunían en piquete en el Pain de París para clasificar el transporte de ida al Cangrejo. ¿Y que no clasificaban? Ya a las doce de la madrugada no quedaba un alma en ese antro. Eso llegó a ponerse tan de moda, que de pronto el Pain de París se convirtió en el centro de actividad nocturna y ligue de Nuevo Vedado. Para allí iba La Dionisia, Puentes Grandes y hasta el Fanguito.
Hasta que llegó el 2009. Con la destitución pública de Carlos Lage se daba una importante ruptura de conciencia dentro de la clase media estatal que el gobierno había aglutinado dentro de Nuevo Vedado. Los padres de los hijos de Nuevo Vedado son desechables.