Orden vaginal: Servicio Militar Activo

Mujercitos Magazine
5 min readMay 2, 2021

Por Adriana Fonte

Me acaban de informar que a partir del año que viene el Servicio Militar comenzará a ser obligatorio para las mujeres. Sinceramente, debo decirles que a mí me parece muy buena idea. Después de tantos años de Educación Cívica aún la gente no logra adquirir mirada crítica, no logra ver que detrás de esta medida hay una reivindicación a la mujer y a la lucha por la igualdad, una genuina idea revolucionaria, nacida de la espontaneidad de nuestro Raúl que, valga la redundancia, es Raúl y nadie más. Como nunca entienden nada, enseguida empieza la generación de cristal a avivar el terrorismo mediático.

Se acabaron los paños tibios: nada de Programa de Adelanto, ni Mesas Redondas, ni hashtags, ni FMC que valga. ¿Queremos igualdad? Pues pal verde.

No habrá concesiones con el fraude: papeles de locura, dermatitis ni alergias. Debemos comprender la necesidad que tiene el país de incorporar sus mujeres a las milicias, no para crecer en número sino para estimular a los que ya pertenecen a las huestes de la FAR y el MININT. Planteémoslo de la siguiente forma:

Terminas el preuniversitario en la flor de tus dieciocho años, carrera de Medicina asegurada. Sabes que lo que se viene es la previa, 45 días de hambre y esclavitud. Despedirás a tus padres desde la ventanilla de la guagua, sus caras de angustia no las olvidarás jamás, una mueca que no se deberá a tu ausencia sino a la tanda que les espera para intentar mantenerte con vida en ese tortuoso período de tiempo: días enteros de cola, chanchullo, gritería, coleras y miles de pesos conformarán el obstáculo predilecto de los paquetes de galletas y los pomos de mayonesa que te matarán el hambre. Pero tú te vas inconsciente, niña de mapá, con tu mochilita llena de nada, y llegarás a la boca del lobo. Una horda de oficiales mangrinos te esperarán como cosa buena. Una jevita en el verde es pan caliente tanto para los imberbes con acné como para los viejos verde olivo.

Finalmente llegas y te reciben con el uniforme y las botas. Te otorgan cubículo y litera, arriba o abajo, decisión difícil. Baño mixto (el local no estaba preparado para esta pluralidad) y almuerzo en bandeja de metal: huevo en polvo o jamonada prieta, todo depende del humor del administrador.

Cada quince días el noviecito que dejaste en casa irá a “visitar a la jeva al verde” y tú esconderás al otro que te buscaste allí detrás de una mata, eso le dará morbo a la cuestión. El muchacho se irá llorando, te extraña mucho dice, te dejará una carta perfumada y acompañada, por supuesto, de un paquete de galletas y un pomo de mayonesa. Ahí saldrá el otro a comérselo todo; las hembras en la beca nada más sirven para darles comida, lavarles los calzoncillos y tenderles las camas a los machos que tienen en la mirilla.

Vivirás y oirás de todo, la fulanita que se tiempla a los treinta machos de la posta y publica una lista de los que van faltando en la puerta del comedor, el mengano que la tiene chiquita y le da pena bañarse delante de los demás, la ciclana que se hace la fina pero to el mundo la conoce de atrá, el singaito que echó mierda en el zapato del jefe de pelotón.

Aprenderás a fumar criollo y a echar el humo por la nariz, acción sublime que te dará aires de grandeza, de mujer madura. Aprenderás también a masturbarte y limpiarte con la toalla de la compañera más cercana (un clásico), a mirar hueco, a hacer y recibir bullying… ahhhh, y en caso de que tengas tendencias marimachas tu vida será un infierno. Tendrás encima de ti a los militares rancios de bigote amarillo, que a voz de mando te harán sentir una mierda y te mirarán el culo cuando des ¡MEEEDIA-VUEEEELTA! Por no hablar de los que te pondrán el dedo hasta el hueso para hacerte saber que si no pasas por el tucutún no habrá pase el fin de semana.

Por eso, creo que es una medida revolucionaria. ¿No querían igualdad? Pues a recoger café a las cinco de la mañana, a guataquear, a reírle la gracia al jefe que te observará desde su cómodo taburete y te recordará en cada palabra mal dicha lo grande que es esta revolución. Y es cierto, es grande, porque mira a dónde han llegado las analfabetos borderlines: a ganar salarios de cinco cifras y a dar órdenes, órdenes a ti, que eres un culo perteneciente al ejército más grande de América Latina, el invicto.

Lograrás hacer unos pocos amigos que luego dejarás atrás, la meta de los 45 días es la peor, pero es solo una antesala. Te mandarán a un nuevo antro a barrer, chapear, marchar y hacer guardias. Las guardias son otra historia, adquirirás la habilidad de dormir de pie, no querrás que por un pestañazo mal dado te dejen quince días más sin pase.

En caso de que seas una niña miki de Miramar te será más fácil todo, papá afloja el baro y estás fuera, o te mandan de servicio a organizar libritos para que no se te rompan las uñas ni te salgan horquetillas por el sol. Jamás podrías compartir espacio con esos trogloditas. Recuerda que los hijos de mocongos son prioridad nacional.

Y a las que cogen Relaciones Internacionales no piensen que las vamos a mandar para Guantánamo. ¡No! Nosotros conocemos la buena vida que se da esa otra clase de pijos, sabemos que les enseñan las tetas a los soldados yanquis a cambio de una McDonald. Si se venden por la Big Mac tienen que asumir por el pan con timba y el refresco Coral, aquí hay una ideología que defender y nacionalismo es lo que se sobra.

El Servicio Militar tiempla el carácter, literalmente. Construye hombres de acero y lo hará con las mujeres, sobre todo las equivocadas “feminazis” que nos hacen la vida un yogurt, las machitas que se ofenden si les das el asiento en las guaguas, que no se afeitan y pronuncian todes, las de marquitos de #RefugiosYa que mandan carticas a la Asamblea Nacional y otros mercenarismos.

La paciencia será celosamente cultivada. En caso de que hayas cogido carrera, un año se multiplicará hasta el infinito, sino, pues dos años. Tus padres cada día te visitarán menos. Los viejos verdes te gritarán más. Los compañeros seguirán su camino a la anormalidad sin fronteras. El maricón seguirá siendo maricón aunque se esconda, igual la tortillera, hundidos en un sufrimiento que solo saldrá a la luz en forma de traumas unos añitos después. El hambre se agrandará y el campo no dejará de producir yerba mala. Tu vida se dividirá en pases de fines de semanas alternos, en paquetes de galletas y pomos de mayonesa.

Ahí se demostrará que todas las demandas del descaro feminista son una falacia… Ahí se podrá llegar a la conclusión de que lo mejor que ha podido pasar en la historia es que a la mujer se le haya otorgado, por orden vaginal, la cocina y el bordado.

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