Sabotaje

Mujercitos Magazine
6 min readAug 2, 2021
ArtCover by Claudia Patricia

Víctor Fernández

La cúpula de mando es “fácilmente” localizable. Sabemos que Lázaro Alberto Alvares Casas y Álvaro López Miera son los generales al mando de los dos ministerios más importantes del país. Se sabe que Raúl Castro sigue vivo y, sobre todo, se sabe que cuando se muera lo más probable es que no digan nada y pongan a un doble. Viejas chinas hay unas cuantas en Cuba que fácilmente aceptarían el trabajo, eso les daría mucho más que un simple pollo en la dieta.

Sin embargo (y sin bloqueo) se intuye que Luis Alberto Rodríguez es el que está dirigiendo el país. De Alejandro Castro no se sabe nada, pero hay que darle gracias a cada uno de los dioses particulares de que esté peleado a muerte con Luis Alberto. Eso al menos nos libra del hombre más malo que tiene esta isla.

Para cada uno de ellos las protestas del 11J sirvieron para algo. Habría que diseccionarles el cerebro para saber de qué. Pero lo que sí me queda claro y me permito decirlo, pues no milito con nadie, es que las protestas para los únicos que no trajeron nada positivo fue para los cubanos de la isla. Entiendo que se diga que “ya se perdió el miedo”, optando siempre por el maceismo, que por mucho es más pragmático que lo martiano; pero la realidad es que todos sabemos que hoy corremos más peligro que nunca. Ante eso, lo único que queda es aplicar al exilio, cueste lo que cueste.

Ustedes se tienen que ir; ya nosotros, que somos los que hemos aguantado todo y hemos construido este país, sabremos cómo arreglarlo. Eso me dijo X, una mujer de 60 años. ¿Cómo lo arreglarán? ¿Qué creen que hay que arreglar? ¿Hay que arreglar algo? ¿Qué criterio adoptarán después de los últimos acontecimientos?

La última pregunta la puedo contestar yo que no tengo 60 ni he construido nada ante los ojos de la patria socialista. En las protestas, justo a dos cuadras de Malecón, en Galeano, presencié la respuesta revolucionaria. Era un grupo de no más de cien ancianos gritando desesperadamente: ′¡Fidel!, ¡Fidel!′, nadie gritó ¡Díaz Canel!, sin ponerle detrás ′singao′. Ante esa imagen de los viejitos, con la presión alta de tanto gritar rodeados de policías, no se podía hacer otra cosa que mirar y sacar conclusiones. Entonces, hay dos causas para el silencio: 1-la policía; 2-deslumbrarse con lo que queda de este sistema, viejitos enfermos y todo lo que esto significa.

A esa generación de la tercera y cuarta y quinta edad no les queda de otra que seguir participando. Virarse en contra sería asumir que han malgastado su vida en un proyecto que no fue lo prometido y terminó amarrándolos, de pies a cabeza, sin otra opción que no fuera Patria o Muerte. Prácticamente, les queda responder a la movilización revolucionaria o suicidarse. Hay muchos ancianos que se han suicidado más allá de la precariedad económica y el abandono por parte del estado que construyeron; esos suicidios son políticos, más políticos que el eslogan Patria y Vida.

A la generación de X solo les queda en primera instancia asegurar la salida de sus hijos, después y sin temor a confundirme, esperar tranquilamente a que suceda algo. Esa generación probó ser la mejor adoctrinada. Aunque ya no tenga una venda en los ojos y sepa de qué va este sistema, incluso, mejor que nosotros los más jóvenes, siguen padeciendo el síndrome de Estocolmo.

En medio de todo esto está Díaz Canel, el presidente de la República y Primer Secretario del PCC. Un hombre sin carisma, sin ingenio y sin un ápice de presencia. Es la cara del giro absoluto que ha dado el “perfecto” sistema socialista: un cuadro con el nivel discursivo de un pionerito de tercer grado. Con todo y eso, Díaz Canel sabe o debe saber que está solo, siente el golpe respirándole en la nuca.

La familia Castro ni se ha pronunciado en favor, y Raúl hizo acto de presencia en la reafirmación solo para verlo dar brinquitos y terminar con falta de aire. El hecho de que los propietarios de la isla no hayan soltado el veneno al que están acostumbrados, ejemplo Mariela Castro, solo puede significar que ya Díaz Canel dejó de ser la continuidad, si es que alguna vez lo fue, para convertirse en el hombre al que le van a echar las culpas de todo. Ahora mismo Díaz Canel tiene peste y los que tienen poder real prefieren ir dejándolo solo, paulatinamente. Jóvenes y menores de edad presos, crisis económica, mentiras estatales insostenibles, placebo en vez de vacunas y una revuelta nacional. Por muchas horas de televisión que ocupe el bloqueo, Díaz Canel ahora mismo es caca.

El gobierno cubano no se esperaba las manifestaciones. Por primera vez en más de dos décadas el edificio de la inteligencia enciende las luces de sus oficinas en la madrugada.

¿Para que sirvió el 11J en medio de un país destruido? Para reconstruirlo y no necesariamente por quienes se manifestaron.

Las manifestaciones han dejado claro que la juventud cubana no quiere a Díaz Canel y no está dispuesta a continuar con la larga tradición de sacrificios en pos de la riqueza de la clase alta estatal; que la épica revolucionara no existe hace unos trece años y que debe haber un cambio. Eso está más que claro, aunque sea más fuerte la larga tradición del éxodo. Siempre mejor que mantenerse aquí.

El gobierno cubano ya dejó de ser la idea romántica que enamoró a millones de personas; la respuesta del gobierno destapó algo peor. El renacimiento de una ola marxista y de pseudoizquierda que se ha ido apoderando del mundo, comenzando por la cultura, el lenguaje y las razas. Ese nuevo orden mundial apoya al gobierno cubano, último bastión del descalabro del comunismo ortodoxo, que más allá de cualquier análisis teórico y conceptual se resume en tres cosas: 1- fascismo sin estética; 2-ineptitud económica; 3-estreno y promoción de dictaduras.

Pero incluso para esa nueva amenaza comunista la palabra comunismo representa mala prensa, por lo que ese nombre debe desaparecer. En este minuto que corre, con el MSI desactivado, el 27N inoperante, aún no sé de qué va el consejo para la transición democrática. Y como resulta imposible para el cubano llegar a conclusiones nuevas y aprender de las experiencias, se abre entonces un camino por el que van a comenzar a desfilar los adeptos a ese nuevo orden mundial, bajo el estandarte del marxismo, lo progre y del socialismo del siglo XXI (no el de Heinz, sino el de Fidel); y tomarán las riendas del discurso opositor, por supuesto no lograrán nada, poco a poco irán haciendo metamorfosis con el gobierno, simplemente porque las dictaduras comunistas no están diseñadas para ser derrocadas por el pueblo, sino transformadas por su cúpula.

En resumen, el 11J sirvió como desahogo, solo eso. Pero su verdadero aporte es haber puesto en el ojo público ese nuevo poder del que será muy difícil escapar. Para el gobierno ha sido una válvula de escape para resolver problemas con la oposición: desaparecer, amenazar, encarcelar. Todavía queda pendiente saber quién será al que utilizarán para ejemplarizar. Tienen que aprovechar estos momentos para ajustar bien las cosas. No importa que la opinión pública, aunque la escondan, esté en su contra siempre, de todas formas tienen al ejército, y, junto al humanismo intervencionista de López Obrador, vienen también patrullas de policías. El poder en Cuba sabe que esta isla, sin las trabas del comunismo clásico, puede ser una mina de oro y no están dispuestos a perder ese dinero. La maldición indígena que tiene Cuba es la de caminar en círculos.

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