Stalker suena más yuma

Mujercitos Magazine
3 min readApr 7, 2021
ArtCover por Claudia Patricia

Por Ricardo Pérez

Yo no soy un tipo triste, aunque Tobías diga lo contrario. Soy una persona bastante agradable, solo que tengo mis manías, la muchedumbre no me entiende. Ahora probablemente diría algo como Johnny tiene complejo de superioridad; de todas maneras, hoy les toca hablar conmigo. Desistamos del niño resentido por no ser el favorito de mamá y divirtámonos un poco.

Nunca me dejo llevar por el odio, prefiero el morbo. La masturbación pierde potencia si no se le da rienda suelta a la imaginación. Aunque amante del porno, prefiero una experiencia más cercana a la realidad sin llegar al acto en sí. La vida de los cercanos siempre resulta más interesante cuando se investiga a fondo. El clímax será mayor pensando en la “influencer” de la esquina que viendo porno. El cerebro tiende a trabajar más en la composición de una historia satisfactoria, por lo tanto, la recompensa es mayor.

Soy un Stalker, no me da pena decirlo, nunca un acosador, ¡qué palabra más chea por dios!, en cambio Stalker suena más yuma. La clave del éxito es no arrepentirnos de lo que somos. No puedo ni quiero evitar ser un pervertido. Me entretengo con el Instagram de muchachas a las que les han repetido toda su vida las mismas mentiras. Observo cómo la persona real es absorbida por la máscara del personaje, con el objetivo de llegar a ser admirada por un motón de gente igual de insegura que ella. Todos parecen seguir un cliché predeterminado mucho antes de su nacimiento. La originalidad ha muerto y la única forma de honrarla es eyaculando.

Sentado en la colchoneta de mi cuarto me recuesto a la pared sucia. C subió una foto nueva a su cuenta, sostiene una cámara con una mano y con la otra tapa sus pezones. Como pie de foto hay un texto sobre los girasoles, Silvio Rodríguez, el amanecer y frases inventadas para un chico que le gusta. Tengo una erección. Reviso su perfil repetidas veces, vuelvo a ver todas sus historias, miro las cuentas de sus amigas y de las amigas de estas. Me monto la película en mi cabeza. No es una fantasía romántica, más bien violenta. Me estrangulo un poco con una soga que tengo justo al lado. Todo cae sobre la pantalla y vuelvo a recuperar la respiración.

Cuando las tardes se me hacen aburridas me siento en el parque justo frente a casa de A. Es la única de “mis obsesiones” que vive relativamente cerca. La gente debería tener más cuidado y no revelar pistas sobre su hogar en las redes sociales. Hay días que solo la veo por la ventana, pero otras veces sale a dar una caminata y aprovecho para ampliar mi colección de fotos. En ocasiones, un chico algo mayor que yo, bien parecido y vestido, la recoge en un tour plateado. Su madre la despide siempre con una sonrisa en la cara. A lo mejor dentro de unos meses hay otro muchacho, o tal vez me equivoco y se casan, ella pierde el brillo en los ojos y él se vuelve barrigón.

En las noches registro mis archivos con fotos e información detallada de “mis obsesiones”, escojo una y comienza la fiesta. Para combatir el bajón de serotonina post paja, me entretengo con mi cuenta falsa en Messenger. Mando fotopingas a varias conocidas desde el anonimato. Normalmente me ignoran o bloquean, pero a veces corro con suerte y una señora mayor solitaria me sigue la rima. En un punto determinado corto la conversación, nunca he dicho que desee una interacción real.

La diferencia entre un Stalker amateur y un profesional es la repulsión a uno mismo. Yo miro mis archivos con información y fotos de “mis obsesiones” y me siento orgulloso. Al menos paso mis días intentando ser feliz. Me miró al espejo después de mis sesiones de pajas-asfixias y no me doy asco. Seguro a Tobías le da un ataque cuando lea esto. Tiene miedo de sus pensamientos, pero en el fondo me envidia. No seas un pervertido de closet o serás infeliz el resto de tu vida.

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