¡Tengo 28 años y nunca he salido de esta puta isla!
La Habana — antibióticos — pan — redes sociales — Hamlet — dienteperro — Wilfredo Prieto — talego — urgencia — asuntos Pues Verdaderamente Inútiles (VIP, por su siglas en inglés) — apnea — ¡Tengo 28 años y nunca he salido de esta puta isla!
La ciudad asume la torpeza de sus caminantes, pero sus caminantes no sudan el pedal, la catalina que los empuja, aun oxidada y sin grasa, rechinando, se resigna a no llegar a su destino. Loma abajo por todo 26 y sin frenos, sin chicharra y sin guardafango. El timón donde va el sillín, la parrilla donde va el timbre, un ataúd, en ausencia del cuadro.
El abuelo de Malpa murió hace unos días por falta de antibióticos. El hospital ejerce su función en un juego de masacre que pica y se extiende, pero no le salpica. El abuelo tenía alojada una bala en un muslo, made in Angola, pero esa no lo mató.
Un niño con hambre no puede escribir la palabra pan, fue lo último que dicen pronunció el abuelo antes de colgarla. Era geólogo, pero hacía diez años trabajaba de custodio en un desguace, cerca del vertedero de 100 y Boyeros.
Su nieto Malpa quiso denunciar el caso en las redes sociales. A mi abuelo lo mataron Ricardo, debió haber muerto hace 40 años con esa bala, sin embargo, vivía orgulloso del proyectil que lo hizo regresar como un héroe. Ahora, lo fulmina una dosis química que no pudieron colocarle a tiempo. Mi abuelo ha dejado de ser un héroe para convertirse en un dato necrológico.
Enterrador 1: Debe haber sido en defensa propia; no pudo haber sido de otra manera. Aquí está el punto de dificultad. Si yo me ahogo voluntariamente, esto supone una acción, y toda acción consta de tres partes: hacer, actuar y ejecutar…
Enterrador 2: No, solo escúchame, buen cavador…
Enterrador 1: …si el hombre va hacia el agua y se ahoga a sí mismo, por equis o por ye, el caso es que él va. Fíjate en eso. Pero si el agua viene hacia él y lo ahoga, entonces no se ahoga por sí solo. Luego, el que no es culpable de su propia muerte, no se acorta la vida.
Enterrador 2: Pero, ¿existe una ley?
Mi amigo Malpa esparció las cenizas en la playita de 16, donde su abuelo le enseñó a nadar. Allí, en el dienteperro más tercermundista, sufrió de niño una caída que le costó la única cicatriz –visible– de la que puede alardear. Al abuelo finalmente lograron sacarle la bala antes de que lo incineraran. Malpa se tatuó esa bala, justo donde está su cicatriz, justo en su muslo.
Mi vida ahora es un vaso medio lleno o medio vacío, ya no sé Ricardo –me dijo Malpa cuando me mostró su nuevo tatuaje. Mi abuelo era lo único que me ataba a este país. Pero si fuera él la única atadura –le contesté– tu tatuaje sería tal vez una flor o un caracol, y no esa metralla.
Ayer volvimos a sentarnos en el muro del Malecón. Malpa le llama “el talego más grande del mundo”. Mientras conversábamos recibió una llamada anónima. Alguien lo quería ver con carácter urgente y no podía rehusarse.
Son las tres de la tarde y todavía no sé nada de mi amigo. Le dije que verificara quién lo había llamado y para qué. En este país todo se resuelve con urgencia y maniobras foucheanas.
Ahora dicen que soy un disidente, una marioneta del poder, pero del poder de allá, –me escribe Malpa en un wasap– que mi publicación en Facebook se ha compartido más de 500 veces y eso es un acto contrarrevolucionario. También me dijeron que mis amigos me comprometen, para eso fue que me llamaron. ¿Quién te llamó por fin? –pregunto. Ellos, los mismos por los que mi abuelo se rejodió –me dice en un audio. Entonces acaban de emplantillarte en la lista de asuntos Pues Verdaderamente Inútiles (VIP, por sus siglas en inglés) –le digo con el único tono sarcástico que me permito para ese tema.
Yo no puedo ni quiero ser Déborah Andollo, a mí el jueguito de la apnea no me gusta, pero tampoco me voy a callar cuando los sienta apretándome el cuello por un like que dé, por reunirme con determinadas personas o una opinión que emita (Malpa, antes de la muerte de su abuelo, era como los tres monitos de la sabiduría: no ve, no oye y no dice; lo curioso es que Malpa significa “mono” en polaco, un idioma lejano y ausente). Eso que ellos llaman “disidencia” es un acto de fe que se canta desde cualquier tribuna con el akokán en el aire –me dice mirándome a los ojos.
Ahora, sentados en la sala de su casa vemos una película que nos parte al medio cada vez que vamos a ella. Habana Blues es el efecto mariposa de nuestras vidas, la anagnórisis que nos empalaga. Nos sabemos los diálogos de memoria, las escenas, incluso, hemos propuesto cien veces en nuestra cabeza una secuela. A Malpa le encanta especialmente la acción que sucede en el auto de Tito, a la salida de un ensayo. La secuencia es el resumen de la crisis, y la frase que acaba de gritar Malpa junto al personaje adquiere la dimensión de remiendo, que no sana pero emperifolla el momento: ¡Tengo 28 años y nunca he salido de esta puta isla!