Un violinista en tu tejado o cómo poner un título inconexo utilizando a Melendi, que, por cierto, se ha vuelto durakito

Mujercitos Magazine
4 min readApr 2, 2021
ArCover por Claudia Patricia

Por Diego Carranza

Hoy desperté a las cuatro de la tarde después de haberme acostado con el pensamiento acechante de escribir algún artículo para Mujercitos Magazine, algunas palabras que, con suerte, me ayudarían en mi afán de colaborar con ellos. El resultado de pasarme el día pensando en un nombre para mi columna y un tema que tratar fue, como he esperado toda mi vida, ineficiente, un desperdicio total de horas en las que alternaba entre tomarme un café, ayudar a estudiar a mi pareja, querer romperle la cabeza cuando no entiende y se frustra, querer romperme ella la cabeza por no saber explicar ni pinga, acabar los dos fajaos por culpa del puñetero Euclides, comer, pensar en bañarme, hablar con mi hermana por whatsapp con la intención de aplacar su tentativa de convencerme a acompañarla a 10 de octubre –¡de pinga!– a una entrevista de trabajo, bañarme realmente, olvidar coger la toalla, tener que secarme con la inútil ayuda del aire interior de la casa, olvidar quitarme las expansiones para lavarlas, terminar por no lavarlas, escuchar de mi pareja su intención de subir al tejado a tomar un break de la vida y su miedo por hacerlo en total oscuridad, recordar que mi intención al comenzar el día era escribir el fucking artículo de los cojones, subir a la terraza con la laptop y mi pareja claro, y comenzar a escribir, o al menos intentarlo.

Ahora, pasando frío en el tejado, recostado en un tanque que parece estar tirándole el plomo al otro tanque a su lado, pues tiene grifo y el otro no, y vamos, estamos en Cuba; escucho un violín en el edificio de la calle paralela a la nuestra que realmente viene tocando desde ayer, haciéndome dudar de mi cordura y de lo duro que debe tener el brazo el tipo o la tipa o el tipe ese/esa… la de pajas que se debe haber hecho Paganini…

Pausa para breve intercambio de palabras con mi compañera:

Ella: La palma parece un instrumento.

Yo: ¿Qué palma?

Ella: La que está frente a la casa.

Yo: ¿Un instrumento por qué?

Ella: Por su sonido… una flauta.

Yo: ¿Una flauta qué?

Ella: Que parece una flauta.

Yo: Tú lo que tienes es un pase de tierra de pinga.

Fin del breve intercambio de palabras.

Bueno, a estas alturas solo me queda la mitad del mínimo de palabras que me aceptan, cuatrocientas; a ver, factorizado es igual a dos a la cuatro por cinco a la dos, aplicando propiedades de potencias abrimos paréntesis, dos a la dos por cinco, cierro paréntesis, todo eso a la dos… ¡de pinga!, ¡Euclides de nuevo! Así es como utilizamos realmente la Matemática en la vida diaria y ayudamos a una pobre persona como yo a terminar un artículo. Luego, un intercambio de besos tirados al aire.

Jum –balbucea ella en señal de que le da gracia algo. ¿De qué te ríes? Nada, de cómo tocas las teclas. ¿Cómo toco las teclas? Normal, me parece gracioso, sabes que me río de cualquier cosa.

Jum –nuevamente. ¿De qué te ríes ahora? Oe, déjame reírme tranquila tú –cubanizada. Oquei oquei.

He pensado tantas cosas en el transcurso del día… Pausa para chiste malo: ¿Qué es un transcurso? Un curso que se identifica como unas vacaciones, ejemplo: el curso escolar 2020… He pensado tantas cosas en el transcurso escolar, perdón, del día… Todavía pensaba en el chiste malo, ¡hay que esforzarse eh!, que para hacer un chistler (chiste más malo que Hitler) hay que meterle cabeza, y luego me lo critican, en fin… He pensado tantas cosas en el transturso… perdón, la dislexia. He pensado tantas cosas en el… día, cosas que, como este párrafo, no me han llevado a nada.

Mi pareja me pregunta si estoy para bajar, y aunque realmente lo dudo le respondo que quiero terminar esto, pero ¡quiero bajar!, pero lo dudo, pero ¡quiero!, y así ad infinitum, y todavía me faltan palabras. Cuando entregue este texto la jefa pensará “de pinga el chiquito este no puede escribir ni 800 palabras de nada”, y yo pensaré “jefa, yost gou wit de flou, es una táctica estilística para mi artículo”, ¡madre mía un artículo!, y encima táctico, lo que son los memes… y lo escribiré, porque pensarlo no me sirve de nada.

Bueno, Estefanía baja a por un encendedor, y resulta que nos han cerrado la puerta que da al tejado. En este momento de tranquilidad que me confiere la total ausencia de cualquier entidad en el perímetro de mi capacidad vital, mientras ella intenta despertar a alguien que nos abra y escucho “Abuelita, Abuelita” a intervalos constantes de tiempo, logro concentrarme por un momento, y concentrado he llegado a la conclusión de que tengo graves problemas de concentración, así que por qué no aprovecharme de esos problemas, escribir este artículo y walá, 800 palabras.

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